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Aprender a callar.

  • rexicablog
  • 7 abr 2017
  • 3 Min. de lectura

Dar la cara después de tanto tiempo en una plataforma en la cual nadie me presta atención es más difícil de lo que creí, ya que es más un enfrentamiento conmigo misma por sacar de mi pecho algunos pensamientos que he aprendido que no corresponde explicar ni aunque parezca que tiene sentido.

Y no vengo hablar de mis penas o mis problemas personales porque no viene nunca al caso dar pena o intentar expresarse sobre situaciones negativas constantemente, no ayuda y te expone de maneras absurdas, ademas de que no tolero aquellas personas que no saben ver lo positivo y solo chupan sangre de las cosas buenas de la vida cuando cumplen sus caprichos más estúpidos. Las cosas buenas más que nunca están en las cosas que no queremos, porque así aprendemos y nos hacen crecer más que las ganas de que todo nos caiga del cielo.

Y es por eso que hablo, porque estoy esforzándome por lograr sin pedir mirando al cielo. Estoy haciendo, y es más difícil que esperar, ¿por qué? Las expectativas son mayores y las confrontaciones menos ligeras. No se vive una situación imaginara autoderrotista en la cual creemos saber lo que pasa o pasará, lo enfrentas, y molesta. Porque de pronto toda esa fuerza que veías tener te recuerda que hay que usarla para enfrentarte con esas cosas que requieren más fortaleza. En mi caso, el físico es algo que valga la redundancia necesita de fuerza. Y va más allá de muchas cosas que puedan imaginarse, pero nunca sabrán qué. ¿Y por qué? Porque es mí problema y aunque se lo crea entendido no podrás nunca entender problemáticas ajenas dentro de tu cabeza porque no estás en la del otro. Simple filosofía, diría barata pero ninguna filosofía lo es.

Y (de nuevo) aquí va mi planteo. Que sabios somos al saber lo que el otro debe hacer, pero que ignorantes nos volvemos al ser nosotros quienes tienen que llevar acabo esa ética personal que tanto se impone. Es fácil decir "debes" o "tienes" porque las palabras fuera del cerebro son más sencillas. El problema es cuando el "debes" o "tienes" es contigo mismo. ¿No lo crees? Entonces la moral personal comienza a pinchar esos rincones que te hacen ruido y te convencen de que tienes una verdad diferente que afecta esa ética y se convierten el "debes" y el "tienes" en un "necesito" o "quiero". Y está bien, porque reitero nuestra historia y cicatrices somos quienes la conocen más que nadie y nuestra vida se adapta siempre a nuestras condiciones emocionales y psicológicas. No es el problema aquel si te regocijas de voluntad. El problema es contener la hipocresía de decir a los demás "debes" y "tienes" cuando quien sabe si lo cumplirías como dices que debe hacerlo. Ese es el primer punto.

El segundo, va más allá de tu ombligo y es el más difícil. Lo que dices debe el otro poder hacerlo (porque tú sí puedes), pero no piensas en las cicatrices y condiciones personales del ajeno, porque pensar en uno mismo y tenerse como ejemplo ejemplar en la vida es sencillo, nunca nos ponemos en el lugar del "quizá a esta persona le cueste de más, debe tener sus razones y decir cosas éticamente correctas en cuando a lo que debería ser la ética personal del otro es completamente una irresponsabilidad social". No, porque como se sabe, se cree que la ética es pura y absoluta, cuando hay muchas culturas (hablando de sociedades) y mentalidades con éticas diferentes. Deberíamos adaptar nuestra moral social al hecho de que no existe lo absoluto y determinado para todos y que nadie es igual ni vivió de la misma manera que otro.

Por eso, he aprendido a callar. Cuando no puedo o no quiero o no necesito ponerme en el lugar del otro y no creo deber o tener que hacerlo, prefiero callar. Nunca sabes qué puede herir y qué no, qué le duele o que no mosquea al que tienes en frente.


 
 
 

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