Respirando libertad
- Réxica
- 18 nov 2016
- 2 Min. de lectura
Creo que muchas de las cosas negativas que tenemos que afrontar con cotidianidad o eventualmente en nuestras vidas, a veces, sirven para que el día de mañana aprecies exageradamente las cosas hermosas que también nos ofrece la misma.
Sufro de ansiedad, ataques de pánico y miedo en varias ocasiones específicas en las que me encuentro sola o siento algún tipo de amenaza a partir de factores determinados. Al menos hace cuatro años que lo tengo identificado, pero sé que viene desde un poquito antes.
La tarde de ayer y la mañana que estoy teniendo ahora van a ser dos de los recuerdos más bellos de este año.
Por alguna razón, sea voluntad, tiempo curativo o cualquiera que me haya beneficiado, pude caminar y viajar con la sensación de miedo al 0%. Para colmo, pueden sumarle que encontré mi libro favorito en mi biblioteca y en un resto-bar, mientras esperaba a una compañera de trabajo, pasaron mi tema favorito de todo el universo.
La verdad que se sintió como si estuviera en casa, hace años que no podía disfrutar caminar bajo el sol escuchando música sin esconder mis auriculares o viajar en colectivo leyendo un libro fabuloso sin necesitar percatarme de quien sube, quien no y quien se sienta a mi lado.
Además de estos acontecimientos completamente placenteros y tranquilizadores que me dicen en voz tersa que me estoy "curando" de a poco y bien, no puedo evitar resaltar que más allá de ello el hecho de que cada día me sienta mejor conmigo misma es una cosa formidable.
Siempre me acople a las exigencias sociales de alguna manera, internamente no claro, pero, por fuera siempre me dio una sensación de incomodidad dejarme ser.
Ahora puedo caminar con mi cabello despeinado, mi paso marcado y la ropa que me plazca, ropa que pensé que nunca usaría por no sentirme lo suficientemente femenina.
Sé y siempre supe que la vida es algo divino y enriquecedor, pero la oportunidad de disfrutarlo como pude en estas casi veinticuatro horas, no tiene comparación con ningún otro placer que me haya dado nunca.
Sé también que recaídas no podré evitar, pero con los años que llevo podré manejar las situaciones sin incomodidad exasperarte como antes.
Pero no me importa tenes que afrontarlo si puedo revivir varias veces o para siempre esa increíble sensación de infinidad al poder caminar sola, bajo el sol o el anochecer, con la ropa que me place y pequeños disfrutes gritando en mis adentros: ¡Libertad! ¡Libertad, al fin!






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