Los que no se daban cuenta de nada.

A veces, considero que la gente es muy absurda, hay tantas cosas que se solucionan por un medio loable, y terminan haciendo cualquier cosa menos seguir la lógica o una metodología interesante.

Regurgitan las responsabilidades, comen miedo todos los días y con el rabo entre las patas salen a caminar. Aún así llevan al frente bien alto, como si les enorgulleciera el gran fallo que creen saber esconder.

Mucha gente no se percata de sus dolencias o sus oscuros secretos, mas no crean que todos somos así de ingenuos.

Las culpas son lo primero que exhala un cuerpo al presentarse. Se siente como en su interior la preocupación de ser descubiertos corre por su mente, buscando sitio dónde prevalecer hasta que el peligro haya pasado.

No se preocupen, no le vamos a decir a nadie, porque de sus problemas se encargarán ustedes, los nuestros son los que nos importan. Y los contamos a los gritos porque no nos enorgullecen pero tampoco nos avergüenzan.

El resto prosiga.

Prosiga a caminar lento y creerse corriendo. Continúen diciendo lo que nunca cumplirán, que acá yacen los valiente que no se temen a si mismos, los que creían que no se daban cuenta de nada.